En la legislación china de marcas, se aplica la Clasificación de Niza, pero la CNIPA impone especificidades: las subclases tienen un valor jurídico autónomo. Es decir, registrar en la clase 33 (vinos) sin incluir las subclases pertinentes puede dejar tu marca sin defensa.
Tomemos un caso concreto: una empresa francesa de licores registró su marca en la clase 33, sin incluir la subclase que cubre los licores. ¿Resultado? Un competidor chino pudo registrar un nombre casi idéntico en esa subcategoría y explotarlo legalmente.
La jurisprudencia demuestra que los tribunales chinos aplican estrictamente estas distinciones. La falta de registro en las subclases adecuadas priva a la empresa de cualquier recurso legal.
Esta excesiva granularidad, propia del sistema chino, obliga a un análisis riguroso del ámbito de actividad de la empresa en el momento del registro. No basta con apuntar “amplio”: hay que apuntar con precisión. Una marca registrada en una subclase incorrecta puede perder todo valor jurídico en caso de litigio.
Otro error frecuente: omitir ciertas clases “conexas”. Por ejemplo, una empresa de ropa que solo registre en la clase 25 (vestimenta) podría pasar por alto la clase 35 (venta al por menor), exponiendo así su marca a usos comerciales no autorizados.
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